¡Hay un león en mi cabaña!
José Miguel Herrera Romero Después de varias semanas de trabajo en Tula de Allende, Hidalgo, regresé a México. Casi un mes después de no dormir en mi cabaña por motivos de trabajo, por fin vuelvo lleno de ansias y añoranzas. Cansado, cargando equipaje, descubro que, con estas nuevas disposiciones del semáforo rojo, desconozco de pronto la ciudad, el tráfico, el clima... Esta sensación se vuelve más clara en la medida que subo hacia el Ajusco, que tiene particularidades boscosas que el resto de la ciudad no posee. No cabe duda que me he adaptado a ese clima. Y me gusta y ya lo extraño. Ya ansío llegar. Mientras regreso, con los temores propios de desplazarse en medios de transporte público, repaso algunas contradicciones que de pronto parecen simpáticas: En Tula te pueden multar si no llevas cubre bocas, no se vende alcohol, no hay manera de conseguir ropa interior (bueno, se me olvidó empacar suficiente) pero chamarras sí. El no circula no respeta a coches híbridos, pues es una me...