¡A los tiempos oscuros!

José Miguel Herrera romero Tengo las manos deshechas, rasposas y el cuerpo molido por las demandas de trabajo en el campo. Ha llegado el verano y con este, los cultivos que comenzamos a principios de año ya están en etapa de cortes. En el rancho de Tula, donde trabajo, hay un nido de golondrinas, que son mis agradables vecinas. Parece que tuvieron diarrea, porque han formado ya costras de estiércol por todas partes. Jejeje. Por cierto, esos poyuelos ya se asoman desde sus nidos para buscarme. Apenas establecemos contacto visual, levanto el dedo y, aunque hay metros de distancia entre nosotros, abren el pico como si esperaran que les diera de comer. En los relatos de caballería, la llegada del solsticio de verano tiene cerca la fiesta de san Juan, el día en que hay que saltar una fogata pidiendo un deseo. Hay que hacerlo porque, al día siguiente, es el inicio de un mito que refiere a trabajos personales, a la introspección que nos hace mejorar: los tiempos oscuros han llegado. ¿Por qué ...