Estamos aprendiendo IV
Recuperar el espacio doméstico
José Miguel Herrera Romero
Me gustan las discusiones, porque desafían ideas y nos exigen replantearlas, es decir, volver a plantear las ideas.
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Tlacoyos de Chignahuapan, sierra Norte de Puebla. Fotografía, Alejandro Celis |
Recientemente he tenido muchas discusiones. Una de ellas, especialmente significativa, fue con mi amiga Raissa Somorrostro acerca de las nuevas acciones y proyectos que, frente al COVID-19, seguirían en nuestras vidas.
Yo sostenía que en estos meses de confinamiento se reconfigura lo cotidiano y, desde ahí, el sentido del tiempo, del trabajo... En ese segundo trabajo, de la reflexión, ideas remotas se re-valoran para precisar, en este caso, prioridades de nuestras vidas cotidianas que me gustaría compartir:
1. En una entrevista reciente, Ángeles Mastreta, compartió que el tiempo libre que de pronto tenía como escritora, era algo deseado previamente, como la gran oportunidad anhelada para escribir. "Pero pasa un mes y pasa otro y el tiempo libre que era un cobijo se va volviendo un desafío”. El tiempo libre se le ha vuelto una amenaza y ahora no tiene pretexto para no escribir.
¡Mecachis! Igualito me pasa, desde levantarme temprano, con las metas de mi "hora de poder" ¡se esfuman! (es un ritual de ejercicio, oración, meditación, poner música suave para regar el jardín, cuidar las siembras de platas aromáticas con la composta casera que ya generó tierra nueva y nutritiva, desayunar...). Y de pronto se vuelve complejo el día ¡desde el amanecer!
2. Ricardo Raphael pone palabras a lo que parece suceder: "El impacto de este ente microscópico es masivo y es múltiple: la geopolítica, la logística, las finanzas, los gobiernos, la educación, la aeronáutica, la diplomacia, los intercambios comerciales, la prestación de servicios y, desde luego, la salud; por ello el 2020 será emblemático para muchas generaciones después de la nuestra...". ¡Qué padre coincidir con un escritor exprese "ferpectamente" eso que quieres decir!!
Todo, además de lo cotidiano, en cada día, se modificó: desde las formas de comprar, los tiempos de cocina, hacer realidad una idea ahora dialogada de hogar (siempre en construcción, claro), de cuidado personal, el cuidado de relaciones familiares, las formas de hacer vecindad, el uso de los fines de semana...
3. Es decir, no es el cambio en lo cotidiano que trastoca todo, sino que todo está trastocado. Mi buen amigo Luis Aranguren expresa que "un virus nos ha visitado..."
Y vaya que como algunas visitas, el "bicho ese" como le digo en casa, vino a desordenarnos toda la vida. Nos interpela, de manera que anhelamos con urgencia nuestro "orden": una vida poco respetuosa del medio ambiente, el trajín de horas en traslados para ir y venir de casa al trabajo y el retorno, anhelar las reuniones entre amigos para comer y beber y conversar de... trivialidades que solo nos hacen sentir que pertenecemos a algo, que ni siquiera es planeado ni deseado ni nuestro, pero es donde están los demás y much@s no queremos sentirnos solos; los fines de semana tratamos de llenarlos con actividades y salidas... ¡y compras! En fin. TODO lo vino a revolver.
4. ¡Y peor! Ver este desorden con mayor claridad nos desgasta, deprime y angustia... Porque precisamente, como enseña el maestro Anthony Guiddens, también podemos ver las estructuras que generan nuestras relaciones: desastres ambientales, desigualdades, inequidades, injusticias, pobreza, miseria, exclusión, formas de violencia y abuso, machismo, feminicidios, zombies, estúpidos, ignorantes y toda una runfla de... habitantes de un lugar de la mancha: cuyo nombre no queremos recordar ni pronunciar.
Pero lo que por sabido se calla, por callado se olvida: Es ahora justo que fluye un diablal de información en todos sentidos, por todas partes, desde diferentes fuentes, incluidos disparates y mentiras, que nunca faltan. Estamos hiper-informados. Eso también nos desborda.
5. La propuesta, sería repensar y reinventar prácticas personales y sociales, como propone Rita Segato, para ir, cual guerreros, ¡a por la pequeña felicidad!: "El mundo va a cambiar cuando tengamos acceso a otras formas de felicidad y realización; en otras palabras, cuando deseemos otras cosas. El placer de dar y recibir ternura es uno de los grandes placeres... El trayecto que va a vencer es el trayecto donde encontremos la ternura y el placer de la convivencia que nos conforta. Ese será el mundo vencedor. Será donde encontremos la sonrisa cómplice en la pequeña felicidad".
Entonces... Lo cotidiano se replantea. ¡Por eso se volvió tan complicado! No son ideas, sino la vida misma la que necesitamos cuestionar. Aquella discusión intelectual, en realidad es un laberinto por el que que muchos, como yo, transitamos para que al final, podamos retomar nuestro señorío, como humanidad, las riendas de realizaciones y relaciones, que configuran lo social, que generan estructuras, el sustento de instituciones, hoy en cuestión, de una urdimbre mundial. Ese tejido YA estaba roto. Nosotros lo rompimos, no el virus. Pero no lo queríamos ver.
No se trata de echar culpas como mandobles a orcos, como si fuera una novela de Tolkien. Ana Botín ayudo a re-pensar con mucha mayor tranquilidad: "La pandemia, más que cambiar el mundo, lo que probablemente hará será acelerar las tendencias de cambio que ya apuntaban desde hace algún tiempo".
Así que, mientras la crisis sigue ocurriendo, podemos hacer de lo cotidiano el atrevimiento de una revolución: la reinvención de nuestro planeta. En las pequeñas felicidades que podemos inventarnos, desde ahí podemos vibrar como soñó el intelectual Gilbert K. Chesterton: una época se salva por un puñado de hombres que deciden ser inactuales".
P.D.
Para conocer un poco más de Raissa, pueden ver una de sus presentaciones en el sitio Cuestione.
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