¿El experimento fallido de mi vida?
Raissa Somorrostro
José Miguel Herrera Romero
Querida R:
Leo
y releo el artículo que me recomendaste, sobre las conductas que pueden
ayudar a identificar a personas emocionalmente no disponibles (10 Señales de que estás con una pareja no disponible emocionalmente, escrito por Darlene Lancer).
Tu recomendación me hizo plantearme si he sido o soy emocionalmente no disponible y si he conocido a personas con la misma característica: no estamos en condiciones de involucrarnos en una relación de pareja ni de hacer que esta funcione. Por supuesto, no puedo menos que sentirme interpelado, como también me hizo ver una presencia femenina muy querida desde mis tiempos universitarios.
Releo el artículo, pero me impactan sobre todo tus reflexiones sobre el abandono en el que dices que crecimos muchas personas, incluso desde nuestra infancia: algunos no tuvimos a nuestros padres cerca desde niños, o ellos no fueron a las ceremonias escolares, no hicieron amistad con nuestros amigos o compañeros de escuela…; tal vez ni siquiera sabían el nombre de los mejores amigos ni mucho menos se involucraban en las tareas del servicio doméstico, como acostumbran decir las depravadas clases medias…
En fin. Según tu, muchos crecimos con la ausencia, poca presencia o nulo involucramiento de nuestros padres, que dejaron un vacío que algunos vivimos hoy con la urgencia de llenarlo, en vez de preocuparnos por construir relaciones plenificantes.
Otros vivimos experiencias terribles, que nos han marcado: el maltrato, el abuso sexual, ser víctimas de violencia, que marcan heridas que tratamos de curar, y nos alejan de acciones para fortalecer una pareja. No hace mucho una amiga, que vivió infidelidad previamente, me compartía que en su nueva relación estaba tan preocupada por no volver a vivir ese infierno que generó muchos conflictos y exigencias en su comañero que detonaron el fin de su nueva relación también. Ahora ella reconoce que propició la ruptura, a partir de heridas que no supo manejar o contener, lo cual desató conductas que no le permitieron integrarse a su nueva pareja.
Me hace pensar, como dices, si tenemos criterio para identificarnos en serio y a drene como emocionalmente disponibles o no. Me parece que, como señalan investigadores sobre la cultura del mexicano, habemos una muchedumbre de indigentes afectivos que no estaríamos en condiciones de involucrarnos en una pareja.
Seríamos los rotos o incompletos, como el experimento 626, de la película de Disney, los no disponibles para integrarnos en una relación.
Como este simpático experimento, de pronto nos encontramos perdidos, o también podría decirse des-integrados, en la añoranza de alguien que nos llegue a salvar del absurdo y fatal destino de vivir solitarios.
En fin, creo que, como dices, todos arrastramos -en mayor o menor medida- severos vacíos antes de una elección de pareja.
Yo, como muchos varones, por décadas sólo me dediqué a trabajar. Me perdí de festividades escolares, reuniones familiares, de mis amigos y de conocer a los amigos de mis hijas, vamos, momentos que para ellas son importantes, significativos, lo mismo que tampoco participé de las tareas que construyen hogar, familia pareja, amistad, el nosotros del que deviene el contigo…
Veo que, como yo, muchos hombres gravitamos con este deficit de capacidad para involucrarnos en relaciones también. De manera semejante a un sandwich al que se agregan rebanadas de ingredientes (carne, lechuga, jitomate, cebolla…), sumamos a nuestras relaciones capas de limitaciones, dolores, problemas o conflictos no asumidos o negados, que las conducen sin ninguna duda al fracaso, la ruptura o la violencia: la ignorancia que acompaña falta de nuestro autoconocimiento, el machismo patriarcal que tenemos los seres menos evolucionados, la obtusa estupidez de actuar sin pensar, la necesidad de hacer lo que nuestro ego dicte, sin autorregulación que nos hace actuar “sin querer queriendo”, decía un personaje infantil de mi niñez… Muchos vacíos nos distraen del objetivo de crear y fortalecer pareja, para crecer juntos e integrarnos.
Pero no sólo eso. Sumamos también la negación, con lo cual, sólo nos podemos integrar en una relación de a poquito, por ratos (por eso las y los amantes funcionan, porque sólo se ven “nomás de un lado”, diría un buen amigo de la infancia). Dicho de otro modo, vamos a las relaciones donde entregamos nuestro amor como si de dar limosnas se tratara. Damos las sobras, lo que no nos compromete. El resultado es que, construimos una sutil negación al encuentro con el otro que, pasado el tiempo, hace reventar las relaciones.
Por si eso fuera poco, según tu planeamiento, este comportamiento puede volverse un patrón que
se reproduce generación tras generación. Parecería que estamos ante la
imposibilidad de realizar el amor en nuestras vidas. Tal fatalidad es
angustiante. Lo pero es que no me parece exagerado tu pensar.
Hace poco escuché : “De nada vale una año de trabajo por una semana de convivencia en Disneylandia”. El saldo final de ser emocionalmente no disponibles y no darnos cuenta de ello, es una soledad que nos hace sentir insatisfechos, incompletos…
Tú sabes que soy un románico, así que… Si, pienso como tu, que arrastramos vacíos que nos sabemos o no queremos llenar y que generan huecos que termnan por lastimar a las personas con las que nos queremos relacionar. También creo que las personas estamos llamadas a actuar, de manera consciente, responsable, libre y de manera intencionada en busca de la felicidad, dispuestos a vivir abiertos a incorporar aprendizajes de la vida.
En esa película de dibujos animados, una niña traviesa es la clave para
comenzar a articular una respuesta muy compleja: Hohana, la familia.
Este núcleo de convivencia, por cierto, se configura con 2 mujeres
huérfanas, 3 marcianos, un “amigo” y un raro tipo de traje negro. Misteriosa
armonía de vida social. Dicho de otro modo, la familia la forman las
personas comprometidas en una convivencia que construyen a su modo el
calor de hogar, como tu señalas. Desde sus heridas y limitacones, consicentes de su fragilidad, también se proponen construir una y otra vez relaciones.
Como tú, creo que estos son tiempos de urgentes trabajos en uno mismo, para sanar nuestras vidas y sanear nuestras relaciones. Creo que hay estrellas polares que nos pueden guiar en la tormenta, en la espesura del bosque que hemos de atravesar. Ojalá cada quien haga lo propio y sea capaz de cuestionarse lo suficiente para bucear en las profundidades de su persona.
P.D.
Tal vez la ruta no consiste en mirar desde nuestro navío hacia el horizonte en busca de nuevas tierras, sino hacia el fondo del mar. Tal vez el viaje es hacia adentro primero, al autoconocimiento, antes de intentar navegar hacia afuera.
Profunda y honesta reflexión. Tocas el corazón. Al parecer vivimos en un mundo de no disponibles emocionalmente; así nos construimos para alcanzar “el éxito”. También las mujeres, por cierto, ahora que logramos salir de las 4 paredes de la cocina.
ResponderBorrarSin lugar a dudas la ruta para desandar este entuerto es hacia adentro. Y agregó: el punto de partida es una mirada compasiva hacia nosotros mismos. Si no recibimos la atención y la ternura cuando niños, hoy, de adultos, nos toca hacernos cargo de esas carencias y obsequiarnos con la comprensión de que hicimos lo mejor que pudimos Cin Lis recursos disponibles. Toca construir nuevos recursos, si, pero primero abracemos, reconozcamos y amemos a es@ pequeñ@ que fuimos y que sigue ahí, acorralado, sobreviviendo. Tendrá la fuerza, sólo requiere que le recordemos que es digno de amor y aceptación, que cuenta con nosotros.
Querido Miguel, ¡cuánto aprendizaje!, y qué interesante descubrir que uno va encontrando las piezas que necesita para irse armando a lo largo del camino, ¿no crees?
ResponderBorrarUn abrazo y gracias por compartir! :)
Quien esté interesado en una relación amorosa de pareja, deberá estar arent@ a que estas carencias del pasado-infancia no sean una "justificación" para el no compromiso ; el amor de pareja es un misterio con Diosidencia y después es una construcción que demanda compromiso y cuidados.
BorrarEs importante que la "no disponibilidad no termine un eufemismo de egocéntric@s-inmaduros.