Yo sí creo en el amor
José Miguel Herrera Romero
Hace algunos años, con una artista genial, tuve un diálogo poderoso respecto a las relaciones de pareja.
En ese interesante ejercicio, aprendí a preguntarme sobre mis relaciones con amigas y amigos, todas personas fabulosas:
Imagino que, siendo ancianos los dos, pudiéramos coincidir para tomar un café. Ya sea con frecuentes contactos o reuniones esporádicas, intento imaginarnos con arrugas, bastón, con los achaques propios de la edad, restricciones de dieta, limitantes de tiempos y, no obstante ello, compartir nuestras aventuras, los sucesos y los acontecimientos vividos.
Este divertido juego de imaginación me permite visualizar quiénes son aquellas personas con las que puedo construir una relación, más aún, identificar quiénes son y hacen parte de mi vida, mi historia, de manera que se vuelve, de pronto, NUESTRA historia: lo que tengamos que hacer y vivir, tolerar y perdonar para llegar juntos a nuestra vejez, para mí, ESO ES AMOR.
Para el caso de las mujeres, esta pintora y yo bautizamos a estas relaciones como presencias femeninas: son mujeres, con valía y aporte, que yo he aprendido a reconocer, poco a poco, pese al “virus” de machismo patriarcal que me tiene infectado socioculturalmente, es decir, relaciones que intento cultivar en medio de muuuchos desaciertos y errores, con heridas y mucho perdón continuos…
¡Presencias femeninas! Mujeres amadas, significativas, poderosas, transformadoras de mi persona cual alquimistas, que contribuyen a hacer de mi cerebro con patas y mi persona, otra mejor, con una visión diferente. ¡Juntos multiplicamos potencialidades y nuestras habilidades, nos hacemos diferentes, nos desarrollamos!.
Las presencias femeninas son capaces de colaborar con maestría para que, en el trabajo personal de cada uno, podamos inventar en la integración de lo masculino - femenino que nos corresponde en cada uno. Como las plantas necesitan sustrato, son ellas tierra sana y llena de microorganismos y nutrientes para cultivar-nos mutuamente. Con el sustrato todo abona, hasta el estiércol: Ellas contribuyen a hacer de mí un hombre diferente, una mejor persona.
Para el caso de los varones, no me cabe duda. !Caballeros! con lo que me gustan las novelas del rey Arturo: Son mis hermanos, por sangre y cercanía, mi familia y conocidos. Son-somos caballeros sin par, compañeros de batalla, en quienes puedo abandonarme incluso descuidando la retaguardia, sabiendo que ellos son capaces de intuir mis flancos más débiles, que se hacen solidarios en tiempos difíciles: me dicen mis errores, debrayes, señalan inconsistencias, impertinencias, sin que nunca falten también gestos solidarios, abrazos, una copa de vino, risas y bromas. Son ellos quienes, en medio de pitorreos, profieren gestos de cariño disfrazados de arrimones, albures. Duende o el Rolas gravitan en la profunda filosofía del besitoooos… Lalo es más directo y dice “te amo, BB”…
Sólo los caballeros sobreviven a las canas que trae el paso del tiempo. Son los tipos valientes, capaces de mantenerse en pie y seguir la lucha para la realización de su misión personal, incluso aunque la vida los lleve al carajo (que se encuentra en la verga mayor de un barco de vela. Aún allí, ellos son capaces de atisbar en el horizonte en busca de tierras nuevas o bancos de peces para las faenas marítimas, por cierto); ellos se las arreglan para poner la capa a como sople el viento y, si es el caso, navegar entre pairos y derivas. Cuando vuelan, si caen, hacen la osadía de volverse a levantar y besarse las manos, porque fueron alas, canta Fernando Delgadillo para honrar su valía. ¿Cómo no amar personas así?
Ahora, ciertos acontecimientos recientes -es decir, sucesos en donde yo me hice protagonista- pude hacer conciencia de que, si es tan claro ver el amor como una poderosa fuerza transformadora que nos mueve a la mejor realización de nosotros mismos, que nos plenifica, la claridad se desdibuja si me preguntara, ¿qué es estar enamorado?
Tengo 51 años. De lo poco claro en el horizonte actual, tengo por cierto que lo vivido a los 21 no corresponde con estos tiempos para responder dicha pregunta. Así que elijo vivir ya una paradoja: reconozco el amor en mis relaciones, pero no sabría responder si estoy enamorado.
Así que, desde estas coordenadas, me propongo mejor deponer las armas, como esa imagen de guerrero celta Vercingetorix arrojando sus armas a los pies del gran Julio César, al conquistar las Galias y me dejo conquistar. Elijo aventurarme al descubrimiento del amor como un misterio para integrarlo en mi itinerario, donde quiera que esto me lleve…
Un maestro de vida, el buen Fray Philippe, me enseñó alguna vez que hay dos maneras de entender el misterio: como lo desconocido y como lo que nunca terminamos de conocer.
Si el misterio es lo desconocido, se vuelve oscura la vida, como un bosque de noche. Ese es el espacio privilegiado para que surjan allí los fantasmas y monstruos, el miedo, el terror. Allí el amor es azar, es duda, un "a ver cómo nos va"... Es herida, es sufrir, de pronto, el horror por descubrimiento de que el amad@ es una especie de el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, una lectura obligada para adultos, me parece.
Pero también “como busca la sierva la fuente de agua” (salmo 41), el misterio también puede asumirse como un manantial, de constante flujo de agua virgen, pura, hidratante y fecunda, que nos lleva a la novedad y nos da la fuerza que nos mueve a la innovación. Así, el amor hace maridaje con la comida, el arte, las musas y el movimiento, siempre novedoso, nos invita a la aventura, a descubrir… !Y a volar!
Desde estas referencias, prefiero partir de certezas que reconozco con presencias femeninas y caballeros en mi vida, para lanzarme con ellos a la búsqueda sin par y encender o iluminar el misterio del amor, para descubrirlo en relaciones amorosas, en el continuo vivir construyendo y también rompiendo nuestros propios moldes y patrones de comportamiento aprendidos, para llegar juntos a los últimos años de nuestras vidas. ¡Eso si sería una GRAN aventura!
👏👏👏
ResponderBorrarSon ellas como la tierra fértiles y más que receptivas, Generadoras.
BorrarMuchas gracias por tu comentario!
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