Mi amiga ¿secreta?

José Miguel Herrera Romero

 Fue raro conocerte. Muy raro.

Hace ya tantos años que nos conocemos, ¿verdad? Ya no recuerdo por qué extraños y ocultos motivos hice solicitud de amistad y, como suele suceder en estos casos, tampoco me resulta claro cómo es que me aceptaste entre tus contactos.

El caso es que, de pronto, iniciamos diálogos virtuales. Y también de pronto, al parecer sin darnos cuenta, nos propusimos conocernos. Intercambios de datos mínimos y, a la vez, una rara confianza para compartir.

Como suele suceder en estas historias, el paso de los años deja huella indeleble, es decir, no se puede borrar. Entre ausencias y coincidencias, el compartir aparece siempre como la constante.

Siempre me he sorprendido cómo es que me repito con frecuencia que me da flojera conocer gente nueva. Y siempre, de pronto, como simbólica paradoja, te apareces tú. Sin reclamos, sin la urgencia de ponernos al día. Siempre disponibles para dialogar y compartir.

Así, como con esta amiga de redes sociales, con mucha frecuencia podemos encontrar que, curiosamente, hemos logrado construir, con distintas personas, relaciones llenas de misterio. Me refiero a que, de pronto, sin darnos cuenta, aquellas personas con las que convivimos, y también con las que intercambiamos mensajes, se han convertido en alguien importante, significativo, valioso, en fin, en amig@.

Pero como dice Johan Sebastian Mastropiero, en la amistad se satisfacen los deseos, los más sublimes y también los más perversos. Seeee. Toooodos tenemos un lado oscuro. La amistad no es un cuento de hadas. No todos pueden ver el lado oscuro de cada uno y aceptar al otro como es, para salir incólumes y alcanzar el crisol del respeto -respeto viene del latín respicere, que significa ver, mirar; dicho de otro modo, no juzgamos al otro-. Lamentablemente, la amistad no es para todos. No resulta fácil ver al otro y aceptarlo y quererlo tal cual es y convivir con él.
 
Algun@s amig@s, claro está, llegan a ser tan latosos como una almorrana, a la que paradógicamente se le adora. Seguramente, entre mis amig@s lectores saben a quién me refiero. Jeje. Otras, personas, sin duda, llegan a ser tan adorables como el calorcito de las madrugadas, en donde sólo falta un café en la camita para decir que todo es perfecto.

Como sea, l@s amig@s, como en el reflejo de mi amiga secreta en redes sociales, hacen de nuestras vida un contigo secreto y valioso, que acompaña, dialoga, debate -porque precisamente porque coincidimos, también disentimos-. Con l@s amig@s la dialéctica, el movimiento, como la alegría, las copas y botellas, la botana, los chistes, las celebraciones, lo mismo que compartir los momentos donde son indispensables dejar salir las lágrimas y tristear con ell@s en las tardes de solaz, hacemos juntos, de cada momento, compañía solidaria.

Con l@s amig@s se habla en verdad y se habla la verdad. Esta cualidad me quedó muy clara cuando, hace muuuuuchos años, al trabajar en una Fundación con proyectos en Chiapas, me explicaban en San Cristóbal de las Casas que, en tzeltal -una lengua indígena que hablan en algunas comunidades de por allá- no existe la palabra “verdad” como la entendemos en castellano los “kaxlanes” (así nos dicen ellos). Para ellos, el equivalente a esa expresión se traduce como “te voy a decir lo que hay en mi corazón”.

Así entiendo la veracidad entre l@s amig@s: compartimos, ponemos en común lo que hay en nuestros corazones. Lo más sublime y también lo más perverso. Lo mejor y los peores momentos; el éxito y los grandes dolores, como la soledad, el aislamiento, la desesperación o el desgarrador paraje de los duelos frente a la muerte de seres queridos.

Sip. Me parece que l@s amig@s son una complicación que se quiere, que se busca, que duele e incomoda. 

Así que, en estos días de festejos, mis querid@s amig@s, deseo que siempre quedemos con una añoranza de más. Que dure más tiempo el encuentro, que surjan más espacios para “tirar netas”, en donde revelar los contenidos de nuestros corazones  se vuelva la constante. Que este laboratorio de relaciones humanas se vuela interminable, que el pendejearnos y pelearnos y perdonarnos se vivan como auténticas muestras de cariño.

¡Qué gran paradoja son, mis querid@s amig@s! siempre querid@s, siempre amad@s, eternamente añorad@s.

A su salud!!!!

 

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