¡A los tiempos oscuros!
José Miguel Herrera romero
Tengo las manos deshechas, rasposas y el cuerpo molido por las demandas de trabajo en el campo. Ha llegado el verano y con este, los cultivos que comenzamos a principios de año ya están en etapa de cortes.
En el rancho de Tula, donde trabajo, hay un nido de golondrinas, que son mis agradables vecinas. Parece que tuvieron diarrea, porque han formado ya costras de estiércol por todas partes. Jejeje. Por cierto, esos poyuelos ya se asoman desde sus nidos para buscarme. Apenas establecemos contacto visual, levanto el dedo y, aunque hay metros de distancia entre nosotros, abren el pico como si esperaran que les diera de comer.
En los relatos de caballería, la llegada del solsticio de verano tiene cerca la fiesta de san Juan, el día en que hay que saltar una fogata pidiendo un deseo. Hay que hacerlo porque, al día siguiente, es el inicio de un mito que refiere a trabajos personales, a la introspección que nos hace mejorar: los tiempos oscuros han llegado.
¿Por qué invocar la oscuridad, si es tiempo de cosechar, de sol, de vacaciones, de playa?
En las culturas celtas, donde se fragua una buena parte del mito artúrico y esa extraña expresión, el clima y la biodiversidad tienen particularidades que merecen ser atendidas para dimensional su significado mítico. Me atrevo a proponer que el clima es como del Ajusco, o del Pico de Orizaba nos pueden servir de referencia. En esos lugares, verano es el tiempo de llenar graneros, de prever que haya reservas, animales y víveres suficientes para el invierno, (que es frío y seco en Ajusco, pero helado en climas más fríos, como sucedía a muchas poblaciones celtas).
En la parte alta del Ajusco, a 3 mil metros sobre el nivel del mar, llueve todos los días y, en ocasiones, llueve toooooodo el día. La temperatura llega a descender hasta 3 grados, con una sensación térmica que me mete a la cama muy temprano, en ocasiones antes de que oscurezca. Hay que ingeniárselas para secar la ropa…
El suelo en esa zona se vuelve un lodo continuo. Las botas son el calzado obligatorio, además de bufanda, guantes, gorra, chamarra, paraguas e impermeable (mecachis, perdí mi paraguas. Puaj). cuando llueve, prácticamente todas las calles se inundan, pues al ser ladera del antiguo volcán, la inclinación del terreno es perfecta para hacer ríos por todas partes, en ocasiones con cauce. Atravesar cada calle, ir a la tienda por despensa, ya es un desafío, Así que sin “outfit ajusqueño” lo más seguro es que me moje o pesque un fuerte resfriado.
En fin. Me estoy adaptando. Esta experiencia me hizo ver la importancia de los llamados tiempos oscuros.
Hace años, Alejandro, un amigo psicólogo muy chipocludo, nos decía a unos buenos y fraternos amigos que, en términos junguianos, esos tiempos estaban acompañados de neblina, que no deja ver lo que hay frente a nosotros. Recuerdo que en el pico de Orizaba, donde trabajaba antes, cuando había neblina, con frecuencia no se veía a más de 10 metros de distancia…
Pues bien, en climas como ese, era imposible hacer guerra. De ahí que esta expresión sirve para referirnos a una interpretación simbólica: esta era la época del año para mirar al caer celta y enfocar todos los esfuerzos en la vida en comunidad. Es el tiempo de tomar previsiones.
Pero aquí en México, La cabaña en donde vivo no tiene conexión al denaje. Hacerlo requiere de una “colaboración” de varios cientos de miles de pesos, según me dicen. Así que, en esas condiciones, es preferible cosechar agua de lluvia y llenar cisternas, pues la sequía después de la temporada de lluvias se alarga hasta la primavera siguiente, lo cual requiere contratar pipas para llenar aljibes y cisternas. Así que, en cuanto las lluvias llenan contenedores de al menos 50 litros, debo baldear agua al aljibe. Es urgente esta tarea. Esté yo o la señora que ayuda en los cuidados de ese lugar, el aljibe se debe llenar. Es decir, después de cada lluvia esta tarea se repite como parte de la rutina.
Ahora, con el debatido tema del cambio climático, la tarea es urgente, pues no sabemos a ciencia cierta cuánto duren estas lluvias, que hacen florecer todo, incluidos los caracoles, que ahora abundan y se comen las plantas. También habrá que poner trampas para para babosas y caracoles. Urge.
Mientras tanto, en Tula…, donde el clima trae temperaturas de más de 30 grados, donde la cosa va con un clima que se dice más benigno… Justo acabamos de superar una plaga infernal que no dejaba de salir por distintos lados del invernadero.
Reconozco que es mi primera experiencia sembrando a lo largo de todo el proceso de cultivos, desde el acondicionamiento del espacio y preparar la tierra. Así que yo permití, desde mi ignorancia, no actuar cuando aparecieron las primeras señales del pulgón. Este bicho, por cierto, hace pacto diabólico con las hormigas, de manera que se cuidan mutuamente y se reproducen de una manera im-pre-sio-nan-te.
Según entiendo, se dice que hay una plaga cuando la reproducción de bichos es desproporcionada. Es decir, estas creaturas que se tragan todo y debilitan a las plantas, son parte de la biodiversidad de cada lugar. Casi podríamos decir que las plagas aparecen por la imprudencia de una no-intervención oportuna, que propicia sobreabundancia de población de una especie. El equilibrio ecológico se rompe.
Ahora nada más tenemos problemas de hormigas, que se meten por todas partes. Con más agilidad que un sabueso, rastrean migas de comida y se suben a las mesas y no dejan nada sin explorar, incluidos los platos. Casi debo comer de pie y, cual mapache, debo lavarlo todo inmediatamente después de usar.
Justo hoy, durante la comida, esas méndigas hormigas habían sitiado mi pollo, que salvé de su voracidad, no sin antes revisar como neurótico que no hubiera ninguna exploradora el contenedor de plástico donde aislé la comida. Lo único que necesitan estas compañeras es una explodadora que revele mi nueva guarida de víveres. Benditas sean Rai y mi madre, que me reservan contenedores para reciclarlos acá en Tula.
En fin. Pero volvamos a las plagas y los tiempos oscuros.
Después de una plaga, las plantas quedan muy débiles, así que hay que aplicar nutrientes, o se afectarán las cosechas, que ya están encima.
Ahora que estoy de nuevo en el cuarto, soportando los dolores en la espalda de tanto estar agachado, revisando planta por planta, limpiando camas de siembra, haciendo cortes, podas, trasplantes, veo con claridad que algo semejante sucede con muchos problemas en nuestras vidas.
Necesitamos tomar previsiones. Esto surge de estar informado y para eso hay que estudiar. En mi caso, no me habían presentado formalmente al pulgón. No tenía el gusto (ni el disgusto), así que no lo reconocí cuando lo vi. Tuve que vivir la falta de agua para entender la importancia de cosechar el agua de lluvias. Ahora eso para mí también es muy importante. Igualmente ahora, cada puntito en cada hoja debe ser revisado meticulosamente y consultado con quien sabe.
Este año se me está volviendo costumbre reconocer que no lo se todo, que no soy dios (del delirio mesiánico, ¡líbranos, señor!). O tal vez, sólo digo, tal vez, se trataría de reconocer que puedo aprender algo nuevo.
Para ello, tendría que reconocer que hay cosas nuevas, es decir, mantener fuerte la musculatura antropológica (aquello que nos hace precisamente humanos), que incluye la capacidad de goce y de asombro.
Así que en vez de insultarme y decir “pero qué burro, cromo no me fijé” (lo digo más feo, pero esta es la forma políticamente correcta), creo que puedo cambiar mi posicionamiento epistemológico, tan debatido entre mis amigos (abrazo, Mario), de manera que reconozco lo sucedido, asumo errores y pérdidas, reconozco lo que aprendí y me aplico a corregir, decido qué puedo cambiar y me comprometo con ello.
Creo que esto sucede en los tiempos oscuros: Es tiempo de cambios. Así como transitamos entre lluvias, sol y neblina con fríos desconcertantes, con plagas y abundancia de todo, elijo la interpretación simbólica de asumir esta temporada como periodo de trabajo o fragua personal. Hay que aprender a conocerse, estudiar sobre uno mismo y los demás y sobre el contexto que nos toca vivir. Por ahora es turno de mi buen amigo Luis Aranguren, filósofo personalista con una amplia bibliografía sobre voluntariado. Y José María Castillo. Joe dispensa aguarda y otros más… Urge también.
Al no saber cuál será el resultado final, porque no sabemos aún hasta dónde “nuevas novedades” nos pueden llevar, el yo que resultará al final de estos tiempos aguarda su entrada en escena, por ahora en un fondo negro, donde nadie aún lo puede ver.
Primera llamada. Ya se anuncia que después de los tiempos oscuros, entrarán a escena nuevos protagonistas: un mejor-yo en cada uno, que aguarda su entrada singular. Por ahora, sólo nos queda aceptarnos como somos, con nuestras luces y sombras, para trabajar en la aventura de forjarnos una mejor persona.
Tengo las manos deshechas, rasposas y el cuerpo molido por las demandas de trabajo en el campo. Ha llegado el verano y con este, los cultivos que comenzamos a principios de año ya están en etapa de cortes.
En el rancho de Tula, donde trabajo, hay un nido de golondrinas, que son mis agradables vecinas. Parece que tuvieron diarrea, porque han formado ya costras de estiércol por todas partes. Jejeje. Por cierto, esos poyuelos ya se asoman desde sus nidos para buscarme. Apenas establecemos contacto visual, levanto el dedo y, aunque hay metros de distancia entre nosotros, abren el pico como si esperaran que les diera de comer.
En los relatos de caballería, la llegada del solsticio de verano tiene cerca la fiesta de san Juan, el día en que hay que saltar una fogata pidiendo un deseo. Hay que hacerlo porque, al día siguiente, es el inicio de un mito que refiere a trabajos personales, a la introspección que nos hace mejorar: los tiempos oscuros han llegado.
¿Por qué invocar la oscuridad, si es tiempo de cosechar, de sol, de vacaciones, de playa?
En las culturas celtas, donde se fragua una buena parte del mito artúrico y esa extraña expresión, el clima y la biodiversidad tienen particularidades que merecen ser atendidas para dimensional su significado mítico. Me atrevo a proponer que el clima es como del Ajusco, o del Pico de Orizaba nos pueden servir de referencia. En esos lugares, verano es el tiempo de llenar graneros, de prever que haya reservas, animales y víveres suficientes para el invierno, (que es frío y seco en Ajusco, pero helado en climas más fríos, como sucedía a muchas poblaciones celtas).
En la parte alta del Ajusco, a 3 mil metros sobre el nivel del mar, llueve todos los días y, en ocasiones, llueve toooooodo el día. La temperatura llega a descender hasta 3 grados, con una sensación térmica que me mete a la cama muy temprano, en ocasiones antes de que oscurezca. Hay que ingeniárselas para secar la ropa…
El suelo en esa zona se vuelve un lodo continuo. Las botas son el calzado obligatorio, además de bufanda, guantes, gorra, chamarra, paraguas e impermeable (mecachis, perdí mi paraguas. Puaj). cuando llueve, prácticamente todas las calles se inundan, pues al ser ladera del antiguo volcán, la inclinación del terreno es perfecta para hacer ríos por todas partes, en ocasiones con cauce. Atravesar cada calle, ir a la tienda por despensa, ya es un desafío, Así que sin “outfit ajusqueño” lo más seguro es que me moje o pesque un fuerte resfriado.
En fin. Me estoy adaptando. Esta experiencia me hizo ver la importancia de los llamados tiempos oscuros.
Hace años, Alejandro, un amigo psicólogo muy chipocludo, nos decía a unos buenos y fraternos amigos que, en términos junguianos, esos tiempos estaban acompañados de neblina, que no deja ver lo que hay frente a nosotros. Recuerdo que en el pico de Orizaba, donde trabajaba antes, cuando había neblina, con frecuencia no se veía a más de 10 metros de distancia…
Pues bien, en climas como ese, era imposible hacer guerra. De ahí que esta expresión sirve para referirnos a una interpretación simbólica: esta era la época del año para mirar al caer celta y enfocar todos los esfuerzos en la vida en comunidad. Es el tiempo de tomar previsiones.
Pero aquí en México, La cabaña en donde vivo no tiene conexión al denaje. Hacerlo requiere de una “colaboración” de varios cientos de miles de pesos, según me dicen. Así que, en esas condiciones, es preferible cosechar agua de lluvia y llenar cisternas, pues la sequía después de la temporada de lluvias se alarga hasta la primavera siguiente, lo cual requiere contratar pipas para llenar aljibes y cisternas. Así que, en cuanto las lluvias llenan contenedores de al menos 50 litros, debo baldear agua al aljibe. Es urgente esta tarea. Esté yo o la señora que ayuda en los cuidados de ese lugar, el aljibe se debe llenar. Es decir, después de cada lluvia esta tarea se repite como parte de la rutina.
Ahora, con el debatido tema del cambio climático, la tarea es urgente, pues no sabemos a ciencia cierta cuánto duren estas lluvias, que hacen florecer todo, incluidos los caracoles, que ahora abundan y se comen las plantas. También habrá que poner trampas para para babosas y caracoles. Urge.
Mientras tanto, en Tula…, donde el clima trae temperaturas de más de 30 grados, donde la cosa va con un clima que se dice más benigno… Justo acabamos de superar una plaga infernal que no dejaba de salir por distintos lados del invernadero.
Reconozco que es mi primera experiencia sembrando a lo largo de todo el proceso de cultivos, desde el acondicionamiento del espacio y preparar la tierra. Así que yo permití, desde mi ignorancia, no actuar cuando aparecieron las primeras señales del pulgón. Este bicho, por cierto, hace pacto diabólico con las hormigas, de manera que se cuidan mutuamente y se reproducen de una manera im-pre-sio-nan-te.
Según entiendo, se dice que hay una plaga cuando la reproducción de bichos es desproporcionada. Es decir, estas creaturas que se tragan todo y debilitan a las plantas, son parte de la biodiversidad de cada lugar. Casi podríamos decir que las plagas aparecen por la imprudencia de una no-intervención oportuna, que propicia sobreabundancia de población de una especie. El equilibrio ecológico se rompe.
Ahora nada más tenemos problemas de hormigas, que se meten por todas partes. Con más agilidad que un sabueso, rastrean migas de comida y se suben a las mesas y no dejan nada sin explorar, incluidos los platos. Casi debo comer de pie y, cual mapache, debo lavarlo todo inmediatamente después de usar.
Justo hoy, durante la comida, esas méndigas hormigas habían sitiado mi pollo, que salvé de su voracidad, no sin antes revisar como neurótico que no hubiera ninguna exploradora el contenedor de plástico donde aislé la comida. Lo único que necesitan estas compañeras es una explodadora que revele mi nueva guarida de víveres. Benditas sean Rai y mi madre, que me reservan contenedores para reciclarlos acá en Tula.
En fin. Pero volvamos a las plagas y los tiempos oscuros.
Después de una plaga, las plantas quedan muy débiles, así que hay que aplicar nutrientes, o se afectarán las cosechas, que ya están encima.
Ahora que estoy de nuevo en el cuarto, soportando los dolores en la espalda de tanto estar agachado, revisando planta por planta, limpiando camas de siembra, haciendo cortes, podas, trasplantes, veo con claridad que algo semejante sucede con muchos problemas en nuestras vidas.
Necesitamos tomar previsiones. Esto surge de estar informado y para eso hay que estudiar. En mi caso, no me habían presentado formalmente al pulgón. No tenía el gusto (ni el disgusto), así que no lo reconocí cuando lo vi. Tuve que vivir la falta de agua para entender la importancia de cosechar el agua de lluvias. Ahora eso para mí también es muy importante. Igualmente ahora, cada puntito en cada hoja debe ser revisado meticulosamente y consultado con quien sabe.
Este año se me está volviendo costumbre reconocer que no lo se todo, que no soy dios (del delirio mesiánico, ¡líbranos, señor!). O tal vez, sólo digo, tal vez, se trataría de reconocer que puedo aprender algo nuevo.
Para ello, tendría que reconocer que hay cosas nuevas, es decir, mantener fuerte la musculatura antropológica (aquello que nos hace precisamente humanos), que incluye la capacidad de goce y de asombro.
Así que en vez de insultarme y decir “pero qué burro, cromo no me fijé” (lo digo más feo, pero esta es la forma políticamente correcta), creo que puedo cambiar mi posicionamiento epistemológico, tan debatido entre mis amigos (abrazo, Mario), de manera que reconozco lo sucedido, asumo errores y pérdidas, reconozco lo que aprendí y me aplico a corregir, decido qué puedo cambiar y me comprometo con ello.
Creo que esto sucede en los tiempos oscuros: Es tiempo de cambios. Así como transitamos entre lluvias, sol y neblina con fríos desconcertantes, con plagas y abundancia de todo, elijo la interpretación simbólica de asumir esta temporada como periodo de trabajo o fragua personal. Hay que aprender a conocerse, estudiar sobre uno mismo y los demás y sobre el contexto que nos toca vivir. Por ahora es turno de mi buen amigo Luis Aranguren, filósofo personalista con una amplia bibliografía sobre voluntariado. Y José María Castillo. Joe dispensa aguarda y otros más… Urge también.
Al no saber cuál será el resultado final, porque no sabemos aún hasta dónde “nuevas novedades” nos pueden llevar, el yo que resultará al final de estos tiempos aguarda su entrada en escena, por ahora en un fondo negro, donde nadie aún lo puede ver.
Primera llamada. Ya se anuncia que después de los tiempos oscuros, entrarán a escena nuevos protagonistas: un mejor-yo en cada uno, que aguarda su entrada singular. Por ahora, sólo nos queda aceptarnos como somos, con nuestras luces y sombras, para trabajar en la aventura de forjarnos una mejor persona.
Me transportaste en tu narrativa por un breve momento a tu espacio, se nota que eres lector ávido por tu manera de escribir, un gusto leerte Miguel!!
ResponderBorrarMuchas gracias, mujer. Abrazo!
BorrarHola Miguel muy buena como siempre.
ResponderBorrarLe experiencia de vida, las montañas de situaciones sensibles tocan tu puerta Hombre
ResponderBorrarSiiiii. Saludos, mujer
BorrarDe académico a hombre de campo, de citadino a campesino,.., tocas dos mundos y ahora eres, junto con tus libros, un verdadero explorador de la vida..
ResponderBorrarGracias por compartir de manera tan amena tus vicisitudes.Un abrazo
Pienso si se puede ser extranjero en algún lugar del camino y creo que sí tú ahora tienes un trayecto lleno de experiencias Mil gracias por compartir
ResponderBorrarMil gracias por tus comentarios!!!
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