¿Cortar o no cortar? esa no es la cuestión
Y sigue el verano. Estos días, crías de golondrinas en el rancho de Tula ya comienzan a volar. Este lunes que llegamos mi compañera y yo, los asustamos y nos asustaron con sus repentinos vuelos multitudinarios. Podría decir que había tráfico pesado en el área de aprendizaje de vuelo, en una especie de estilo Montessori. Cada ave vuela por donde quiera y los padres hacen lo que pueden para atender a sus crías. Y así comenzó la semana.
Los resultados de varios meses de trabajo se comienzan a ver. Ya está en proceso de deshidratación el orégano orgánico para sazonar guisos mexicanos, tan tradicionales de las próximas fiestas patrias. Por otra parte, ya tenemos primeros cortes de menta y hierbabuena para infusiones.
Bueno, eso de primeros cortes… Son al menos dos horas agachado para cortar y cortar. Unas plantas extrañas, al menos para mi, la menta y la hierbabuena. Se extienden por toda la cama de siembra y llenan todo el suelo. Para un fulano urbano como yo, me asemeja el laberinto que vemos en los contactos de luz cuando uno le quiere hacer de electricista: hay que aprender a entender cómo crecen esas plantas.
La hierbabuena, sobre todo, crea una especie de guía que se expande por todo el suelo. De ese tallo, que no raíz, surgen múltiples ramificaciones que se llenan de hojas. El corte debe corresponder, según mis cálculos, a dejar esas ramificaciones con hojas más pequeñas para que sigan creciendo y en el siguiente corte, que sería en 3 semanas, las hojas estén del tamaño suficiente para ingresar al cuarto de secado. Estoy aprendiendo a administrar los cortes, para que logremos producción continua.
Pero me acuerdo de la tala de los árboles… Y ya no me enojo.
Y es que, como aprendí con los amigos ejidatarios que tienen a su cuidado un bosque, las plantas, como los árboles y los bosques, no se cuidan, se cultivan y se administran.
Este tema es delicado. Llevo años pensando cómo plantear el tema para no escandalizar y, sólo retomando al genial monseñor Joaquín Antonio Peñalosa, maestro en el estilo literario del ensayo y del conocimiento de la cultura de los mexicanos, llego a la misma conclusión que aprendí de sus escritos: hay que entrarle y agarrar al toro por los cuernos, que por cierto es la única manera de agarrarlo.
Aprendimos en la escuela que la fotosíntesis es un proceso neurálgico para la vida en la tierra. Gracias a la luz, las plantas capturan dióxido de carbono (CO2) y expulsan oxígeno durante el día. Por las noches sucede lo contrario, capturan oxígeno y liberan dióxido de carbono.
Pues bien. El bosque de san Nicolás Totolapan, que es un parque ecológico y área natural protegida, emite bonos de carbono, es decir, hay empresas que invierten en su cuidado, para que se mantenga el pulmón de la ciudad que contaminan y extiendan sus beneficios al país y, en esta visión global de objetivos de desarrollo sustentable que pretendemos, contribuyan a lograr un mundo más habitable para todos. Vamos muy lento como ciudadanos globales, pero vamos.
El el proceso de certificación del parque, les enseñaron a los ejidatarios que los bosques se administran. Esto significa que hay que cortar árboles. Es un escándalo para algunos, pero para el objetivo del bosque es esencial. De hecho, eso es lo que distingue un bosque con intervención humana. Se regula el crecimiento de los árboles en función de un objetivo.
Dicho de otro modo, un árbol viejo captura menos bióxido de carbono y emite menos oxígeno. En consecuencia, hay que renovar continuamente el parque arbolar para avanzar en el objetivo de ser un pulmón en la ciudad. Respetando árboles simbólicos para la comunidad, el resto se corta para dar paso a nuevas generaciones de árboles.
Algo semejante vi en alguna zona de Veracruz, pero allí el objetivo era producir tablones. Así que allí se recorre un tramo de bosque con pinitos, otro con pinos más altos y, en seguida, una sección de pinos altos y anchos… y sólo se corta la sección del bosque donde estén los árboles que aportan la madera que se necesita. Justo eso trato de aplicar en el crecimiento de hierbabuena y la menta.
De manera que, en el pico de Orizaba, como en otras muchas secciones del país donde hay talamontes, tendríamos que felicitarlos por ayudar a renovar bosques, pero reclamarles que administren mal los bosques y no siembren más árboles. Su trabajo está incompleto.
No puedo olvidar la extraordinaria intervención en charlas TED del conservacionista de Namibia John Kasaona. El propone incluir a los cazadores furtivos como protectores de la fauna: ellos no odian a los animales. Lo hacen por dinero. Una visión de desarrollo que considerara a las familias locales podría propiciar un redireccionamiento de economías locales hacia un enfoque más sustentable para todos.Pues de manera análoga pienso que podemos hacer de talamontes los futuros administradores de bosques. No guarda-bosques, porque hay detrás de ese concepto un principio de no intervención. Pero administrar, como ciencia o disciplina, exige el talento de las personas. Igual que con la hierbabuena (o yerbabuena), donde los cortes de administran para producir té, necesitamos ampliar la visión y pensar el bosque y proyectarlo hacia la economía que necesitamos.
Y de manera muy semejante, en nuestras vidas, en función de objetivos más amplios, podríamos transformar visiones y conceptos, para resolver las necesidades presentes. En vez de criticar la poda o corte de árboles, reflejando una visión muy parcial, necesitamos avanzar en la complejidad y amplitud de miras.
Estoy de acuerdo en cuanto al cuidado de árboles, suelo y plantas, soy bastante nueva en esto, pero me apasiona pensar que cuidando mi jardín y sembrando plantas algo hago por la CDMEX...gracias por compartir
ResponderBorrar