Reflexiones cinematográficas
José Miguel Herrera Romero
Mi querida Sal (una gran y querida amiga, que llamaremos así para no despertar sospechosismos), me compartió alguna vez un tesoro: ella había visto varias veces la película Romeo y Julieta y, cada vez que lo hacía, provocaba estar a solas, de noche, donde nadie la viera, para poder llorar a gusto en cada ocasión que la peli le provocaba. Aquello le resultaba una dicha.Un gran atleta que conocí, mi querido Rodrigo (así le digo), me contaba que llevaba al menos 5 lecturas de El nombre de la rosa. ¡Le encanta esa novela! Tipazo este buen amigo, dejó la natación por irse a trabajar con indígenas en Chiapas.
Kiara, una de mis tesoros, es una lectora empedernida. Devora novelas y (hay que leer lo siguiente muy rápido y en voz alta para captar su espíritu) los llena con pos it de colores recortados que se ven más lindos conforme a un código que ella misma diseñó: azul es para las ideas que le gustan y le parecen importantes y le hicieron reir genuinamente y que seguramente se retomarían al hacer una película; verde son las cosas que amé, literalmente, según su decir y los amarillos para las escenas que le hicieron llorar y los rosas son escenas románticas que le gustaron y los naranjas son divertidos momentos que le dieron risa... ¡Ella construye un arcoíris de las experiencias vividas con sus libros! ¡Qué manera de leer!
Así todos, seguramente, tenemos novelas, películas, canciones, pinturas, que nos marcaron y que retomamos de vez en cuando, para revivir algo que nos lleva... por quien sabe dónde, a no sé dónde, citaba un poema atribuido a Juan de la Cruz.
El caso es que, dice Xavier Zubiri, el cine es realidad en ficción. Y podríamos extender esta expresión a muchas experiencias y encuentros que hemos tenido con el arte. Reflejos de la realidad donde, Samuel Ramos abundará, el espíritu se expresa...
Recientemente volví a ver la película Joe Black. Como un regalo personal en torno a mi cumpleaños.
Esta cinta, una propuesta fílmica de la actualización de la novela La muerte se va de vacaciones, fue duramente criticada y descalificada en su momento.
En fin, en esta ocasión, pude hacer contacto con los contenidos simbólicos que me subieron a la línea de flotación, me enseñaban Luis Aranguren y Pattus. Aquí les comparto, como ya habrán imaginado, aspectos importantes para mí y compartidos con amigos, artistas y pensadores que he invitado en esta entrega. Descubrimientos paridos con todes incluidos, no se vayan a sentir excluidos (eso de las exportaciones desbordadas de jarritos de Tlaquepaque es un booom; no se si porque el mundo ya estaba roto o porque se tata de destruirlo todo para crear una nueva cevelezeceén (civilización con E) de corte Orweliano o algo así).
Resulta que la muerte escucha a un empresario hablar sobre la pasión de vida, el amor que nos hace bailar y volar. Le atrae y/o impacta tanto esa forma de vida, que decide encarnarse e irse a vivir con ese hombre. Para ello, toma el cuerpo de un infeliz que acaba de morir y... El melodrama se desarrolla con las interpretaciones más paradoxales.
Los diálogos siempre me parecen interesantes, pues me llevaron a reflexionarme como padre de 51 años (porque yo así le digo a mi... ¡Eh! ¡No! ¡pues si yo soy el padre de dos encantadoras mujeres!):
Susan, una de las protagonistas (me tiene sin cuidado su actuación), me refirió a dos relaciones centrales que me parecen fuertes no sólo en mis hijas, sino también un tema recurrente en muchas narrativas de la actualidad: la relación (conflictiva) con el padre, la relación (llena de silencios) con su galán y la compleja y conflictiva correlación entre la figura paterna y el amante y la resultante complejidad de estos dos con esta mujer heterosexual (me han dicho de no debo generalizar, sorry). Estas son relaciones con los amores de su vidas, llenas de conflictos, silencios y muchas intuiciones. Susan, me parece, al final se intuye cara a cara con la muerte y entendió que se enamoró de la muerte, pero, su referente, el padre, aclara que no fue así precisamente. Me parece que aquí se abre una caja de Pandora que los padres bien podríamos intentar verbalizar, además de hacernos presentes. Eso significa reflexionar y ponerle palabras a la relación con nuestras hijas femeninas (me encanta referirme a arquetipos, así que eso de las E incluyentes me resulta inclusive), en vez de decir y/o hacer muuu. Si. Reconozco mucha estupidez de mi parte con mis hijas, paradoxalmente envuelta con amor. Puaj (Sic. Mafalda)
El sentido de la vida me parece el eje de toda la ficción (es decir, de esta palomera peli). Eso me llevó a preguntarme como en un teatro medieval ¿Podéis imaginaros a la muerte "conmovida" por un fulano que vive hasta el paroxismo? Mejor aún, si yo fuera la muerte, ¿qué tendría que ver en la vida de un mortal para posponer sin fecha su hora y, más aún, para decidir vivir con él y aplicar su filosofía de vida? ¡Le dio un cheque en blanco!, diría Paquita, pero, ¿a cambio de qué?, ¿encarnarse sólo para descubrir el sabor del guiso de su esposa, (impronunciable pérdida) o de la mantequilla de maní?, ¿parar la muerte del otro para sentir texturas, sabores, olores, la calidez de la convivencia...? ¿Es que acaso necesitamos la muerte como referencia para encontrarle sabor y sentido a la vida?...
¿Amar la muerte? Susan le coquetea a la muerte, la seduce ¡Y se enamora de ella! Me hizo recordar la fabulosa oración de Francisco (Chesterton citaba que para algunos es el único cristiano de a devis). Dicho santo, al final de su vida, "cojo, ciego y viejo, cual Homero..." (citaba Papá Chuy), expulsado de los franciscanos, fuera del convento, vive como ermitaño y da gracias a su dios desde su mísera vejez: Bendito seas, mi Señor, por todas tus creaturas... Por aquellos que perdonan (escribe desde el exilio, recordemos)... Bendito seas por nuestra hermana muerte, que aguardamos... (se dice que esa parte la escribió en la Porcíncula, una capillita muy chiquitita, donde no caben ni 10 personas apretadas. Hoy esa capilla está dentro de una catedral enooooorme. Deja una sensación muy contradictoria visitar ese lugar). Para Susan, la muerte le corresponde, con sus vacíos, sus misterios y sus silencios... ¡Y la muerte se aleja de ella!
¡Confrontar a la muerte! Desde hace años Busco un poema que escuché en el funeral del papá de Germán. "...¡ven, muerte!, ¡cuando quieras!", remataba así Félix un delicioso poema que describe una vida y hace el recuento de lo experimentado en primera persona. Así si, aún con miedo y con las pérdidas de fama, prestigio y fortuna, el viejo confronta a la muerte, le planta la cara, le pone la corbata y la quiere ahorcar. Y cuando no sucede eso corrige a la muerte, disiente de ella y hasta se vuelve cómplice de ella. Y también consiente con ella ¡Puf! ¡Lo que nos falta a muchos para partir!
Finalmente, la plenitud de vida. Un viejo es capaz de enseñarle a vivir a la muerte y también la pone en su lugar. Más aún, cuando el viejo está listo para partir, ahora la muerte no se quiere ir. ¿Qué tendría que suceder en mi vida y la de mis hijas y qué tendríamos qué vivir juntos para cuando me marche con Joe/la muerte? Me temo que trabajar mucho por delante sigue, susurra mi Yoda interno.
No pude evitar identificarme con Lorenzo y los años de trabajo con él. No me deja satisfecho lo que vi y lo que pude platicar en muy pocas ocasiones con él. Conmigo siempre fue amable pero, me temo que mis pasos buscan su propio rumbo, nunca caminar los suyos. Eso sí le agradezco. Sé por dónde no quiero ir. ¡Qué padre cuando descubrimos por dónde no queremos seguir! Eso nos lleva a la mitad del camino. Se agradece.
Pero si hoy viniera mi muerte, me temo que por mí no se detendría.
P.D. En esta ocasión quise evitar los títulos y distinciones, atendiendo a mi querida Pil y a su crispa creativa y genial observación, en medio de un delicioso debate sobre "discursos incluyentes" que, en mi experiencia y en mi pensar, nada resuelven y, eso sí, todo lo empeoran y confunden. Paradógicamente, me resultó un texto divertido, frente a la crudeza del tema. Agradezcote, diría mi Papá Juan.
Hola! Miguel
ResponderBorrarMe encanta, como siempre una buena reflexión; para mí el enfrentarte a la muerte permite a cualquiera apreciar la vida. La vida es tan breve, y nos equivocamos tanto...hoy disfruto la lluvia, el frío, el calor, la compañía o la ausencia, soy feliz 😄. Y te pido no dejes de escribir en español, las modas de escritura pasan, para mi son barbarismos; incluyente si lo hicieras en braille o en lenguaje de señas. AMO A Brad Pitt
en esa película 🎥
Ciertamente, hay detrás de estar a nuevos usos de inclusión u. Afán de de construir el lenguaje. Pero aun así me parece que no se gana lo esencial
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