Me hice una carta…
José Miguel Herrera Romero
Han sido muchas semanas de silencio en este espacio, en donde no sabía qué compartir de lo mucho vivido y aprendido. De pronto la vorágine de pendientes por atender me desbordó. Ahora, por un error que me tiene varado, intento sacar provecho al tiempo, para intentar integrar uno de los temas recurrentes en conversaciones y experiencias recientes.
Querido Miguel:
Desde hace ya varios años que iniciaste formalmente tu proceso de transformación
y que has querido compartir con tus -así llamadas por tí mismo- presencias
femeninas. Un tiempo ya muy lago, por cierto, con grandes avances.
Tus esfuerzos por hacerte mejor persona te han llevado por
caminos llenos de novedades y descubrimientos profesionales, familiares,
espirituales, actitudinales, académicos, nuevas relaciones y otras renovadas… Has
reconocido errores en tus relaciones y poco a poco asumes tus
responsabilidades.
Sin embargo, en ese camino, en no pocas ocasiones has
llegado a caer mal. Muy mal. Con posturas intolerantes, violentas y
desagradables. Sí. A veces consigues que nadie quera estar cerca de ti. Lo peor
es que lo logras, parece ser que para después sentirte peor.
Insultas y te quejas de los daños sufridos, de las heridas
que te han dejado diferentes relaciones, de las culpas que tienen los demás y
que te han dejado herido. Pero también parece que no te permites reconocer tu complicidad para aceptar
esas relaciones injustas y mantenerte en donde estás.
Al parecer, sin darte cuenta te has vuelto cómplice amargado de errores, de daños y
traiciones, vejaciones, abusos y explotaciones que señalas, muy propias de
estereotipos en los que aceptaste gravitar en algún momento de tu vida. Se te
olvida, como también es común en el ego masculino, que también tienes desatinos,
omisiones, errores y, en vez de aceptar y asumir lo perdido, lo lastimado, para
reconstruirlo, parece que insistes en quedarte allí, donde las cosas no se
muevan ni tú te transformes.
Recuerda que tú también has ofendido, engañado, traicionado,
no has cumplido compromisos... También eres capaz de hacer mucho daño a las
personas que dices amar.
Asimismo, cuando te pones en papel de víctima, dicha actitud
te lleva a un laberinto de trampas llenas de excusas, inviertes enooormes
cantidades de tiempo y energías desenmascando culpables y circunstancias que no
te han sido favorables…
Ya que compartes mucho con tus presencias femeninas, no
pierdas de vista que una mujer tampoco la tiene fácil. Frente a la pérdida, por
ejemplo, un divorcio, una mujer tiene que levantarse temprano al día siguiente
y hacer todo lo que esté en sus manos para sacar adelante la casa, las hijas,
el trabajo, pagar deudas, la renta… Una madre puede llorar toda la noche por su
hijo enfermo y, aún así, desde las 5 de la mañana estará pendiente de los medicamentos y de
la rutina por lograr… ¿Por qué tú no?, ¿Gozas de algún privilegio “masculino”
para permanecer en la indignación que pretende congelarlo todo para que nada
cambie y todo se mantenga igual? (algunas feministas agregarían “a tu favor”).
Deja ya ese lugar. Considera, por ejemplo, aceptar lo vivido
y, sobre todo, reconoce todo lo que en medio de tus experiencias desagradables
has aprendido. Sí. En el dolor más paroxístico, hay escondido algún aprendizaje
que espera ser descubierto y capitalizado y, sobre todo, aplicado, para ser incorporarlo
a la vida. Sólo entonces se puede agradecer aquella etapa o experiencia vivida
y es el momento de dejarla ir, al tiempo que podrás abrir de nuevo los brazos
para aceptar la novedad, la abundancia que aguarda ser recibida. ¿O te la vas a
pasar como los barcos que siempre zarpaban, pero nunca partieron? Si. Muchos vientos
soplan sin que nadie alcance a tenderles una vela… (sic. Fdo. Delgadillo)
Dicho de otro modo, lo que aceptas, si es integrado a tu
bagaje, aprendido o incorporado, necesariamente es para hacerse vida. Lo demás
equivale a enchinarle el pelo a un perro. Es una tarea inútil, pues en cuanto este
se levante y se sacuda, todo el trabajo invertido se perderá.
Ve más lento para vivir más, fluye. Lee menos. No depende de ideas,
sino de experiencias por realizar. Eso costará tu esfuerzo. Ya depende de ti.
Felicidades por tus avances y, sobre todo, tu sinceridad
contigo mismo. Eso es muy agradable de ver en un hombre. Has enfrentado con
mucha valentía el proceso de aceptación de tus defectos y tus límites, para
avanzar en perdonarte a ti mismo. Has combatido tu orgullo, aunque te has tardado
demasiado.
Sigue adelante. Sigue en tu camino. Persevera y continúa en el desarrollo de las capacidades que tienes, para llegar más lejos.
Como te hemos dicho en diferentes ocasiones, todavía te falta más. Mucho más. Así que acelera el paso. El tiempo no es eterno y tienes (tenemos) poco tiempo, ya estás en la segunta mitad de tu vida. Date un rato (sólo un rato) para quebrarte, para digerir lo que necesitas y sigue adelante con tus compromisos. Apúrate, porque, como tod@s, son muchos por enfrentar. La creatividad también tiene sus tiempos y tienes muchas relaciones en dónde aportar y muchas realizaciones por lograr.
Te deseamos éxito, como a todos los hombres. Y sí, muchas mujeres vivimos decepcionadas de muchos hombres. Lo sabes. Te lo hemos compartido continuamente.
Tus amadas presencias femeninas
Pil, Lore, Rai, Anabell y
Representantes
Que hermoso ejercicio de desdoblamiento; que provechoso es poder salirse de la "propia película" y volverse expectador, no hay mejor lugar para la autocrítica.
ResponderBorrarBien.
Wow, mujer! Gracias por tu comentario!
BorrarVer al hombre en un ejercicio reflexivo es muy interesante, el autodistanciamiento es maravilloso tu voz me permite conocerte más y veo tus logros, tus luchas y el deseo intenso de mejorar, te espejeas con las mujeres y se agradece .Bendiciones y ahora ve al hombre que eres y que esta creciendo y como dices pasa el tiempo y este no regresa. Un abrazo desde la distancia física pero no de la amistad. Mil gracias por compartir
ResponderBorrarMuchas gracias, mujer! Abrazos!
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