¡Es la onda!
Para Itzel, Lídice, José Luis, Javier, Ernesto, Gabriela, Alexa y muchos otros maestros que en 2022 transformaron mi vida.
José Miguel Herrera Romero
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Playa del país vasco, en la Gascuña Francesa |
La maestra Laura Atzel es mi compañera de trabajo, una de muchas que, con muchos ánimos, pasión y, sobre todo, con preparación, con su talento, intuición y con una chispa de alegría, siempre mantiene el ánimo elevado.
Con una compañera tan inteligente, organizamos juntos tertulias en las que compartimos experiencias. Ya sea en casa, un café, un restaurante, entre silencios, comentarios y anécdotas, siempre me regala frases que inspiran.
—"¡Ser docente es la onda!—, me dijo una vez, con simpleza y a la vez de modo contundente. — "Porque hace sacar lo mejor de nosotros mismos, de otra manera los estudiantes no aprenden"—.
Quedé estupefacto. En la impactación, diría ella.
Si, entre las bellas frases que utiliza, recurre a expresiones con chispa que llenan de magia la contundencia de verdades que suele compartirme.
Su frase me hizo volar.
Recordé los comentarios de Fabiola cuando hicimos Tere, Marce y Marisol nuestra primera entrevista con una chica sorda. Todo con Lengua de Señas Mexicana. Sin pronunciar una sola palabra. No sólo nos pudimos comunicar, sino que además entendimos las respuestas y comenzábamos ya a hacer hipótesis. Estábamos en un nivel de dominio del lenguaje que nos permitía hacer análisis de una historia de vida. Esa fue una experiencia luminosa que me recordó la importancia de conectar con las y los estudiantes.
Es obligado considerar a Miss Ana, siempre consejera, amable y lúcida en comentarios. Es como ir con ella a largas playas, como en la Gascuña, donde la arena es suave y casi eterna frente al mar. Con tanto espacio, ella me lleva a poner claridad en mis ideas. Lo sencillo, por diáfano, hace del aprendizaje un fulgor significativo. Debates nada sencillos, aclaro.
Sandy y Angie siempre están en búsqueda de cómo hacer mejor las cosas. Se preocupan tanto… Angie es una mega maestra, que se da el lujo de vivir actividades de clase como una estudiante más. Me recuerda al grande Alejandro García Durán, alias Chinchanchoma, viviendo la experiencia de vivir como niño en el Consejo Tutelar para Menores. Ella explora las vivencias de estos chicos intentando vivir y aprender como ellos. ¡Son la onda!
La Ing. Jéssica es mega inteligentísima. Siempre he de pensar lo que digo cuando estoy con ella. Es decir, poner mesura en mis planteamientos y no convertir mis intervenciones en choros. Liz no falla, siempre directa, concreta y técnicamente perfecta, me lleva a aplicar los ajustes razonables que supone ser coherentes con la inclusión de personas con discapacidad. Lo somos o no lo somos. Eso aplica en todos los documentos generados.
En fin, somos muchos investigando y buscando cómo mejorar. Buscamos cómo sacar lo mejor de nosotros mismos.
Los sábados doy clase a chicas y chicos de secundaria con Tere y Marisol. Un taller que me tocó diseñar para desarrollar habilidades socioemocionales. Construir ese taller ha implicado un largo recorrido por entender enfoques narrativos, hacer una hermenéutica de los comentarios de mis superiores y convertir todo en una metáfora que permita articular experiencias de aprendizaje: Ítaca soy yo mismo, donde el viaje que realizamos, como Odiseo añorando el retorno a casa y a los brazos de su amada Penélope, equivale al camino de nuestras vidas, buscando ser nosotros mismos.
Es un trabajo continuo de investigación buscar y diseñar materiales, actividades, imágenes… Lo más fantástico de esta experiencia es identificar el trabajo personal que ya realizan algunas y algunos estudiantes con cada semana.
¿Pueden imaginar a un adolescente, varón, describiendo lo que siente en su cuerpo cuando está enamorado, y decirlo de modo contundente? Ahora, ¿podrían recordar, queridos lectoras y lectores, si eso hacíamos nuestra infancia?, ¿Verdad que no fue tan fácil? Pues algunos integrantes de estos grupos ya lo pueden lograr.
Revisar las tareas de estos estudiantes es super complejo. No porque sea pesado leer los trabajos, sino porque son conmovedores los procesos transformadores que cada uno revela con sus entregas. Cada tarea revisada me confronta con mis procesos vividos. Veo cómo desde sus 15 años, ellas y ellos ya cuentan con herramientas para conocer su persona y mirar dentro de sí, en la búsqueda de puerto seguro, de si mismos, como Odiseo navegando a Ítaca. Sus historias ahora podrían llevarlos por nuevos derroteros.
Si vieran las clases... No participan, no hacen las tareas, ocultan sus rostros ante la cámara… Lo normal, dirían otros profesores, más avezados en la navegación con estudiantes en aguas mucho más profundas que yo. Y sin embargo, el sueño de lograr mejores posibilidades de convivencia sigue y se realiza ya en algunas de estas y estos estudiantes.
¡Ese curso es la onda!
Hace unos días, estuve con mi jefa en la entrega de reconocimientos a profesores capacitados en el Estado de México. con fundación Share, docentes de más de 500 planteles se capacitaron para construir relaciones inclusivas. Un pequeño ejército de personas soñadoras, anhelando llevar a las nuevas juventudes a construir nuevas posibilidades de convivencia.
El horror y la maldad existen. No me cabe duda. Los datos de violencia y maltrato en adolescentes me lo recuerdan continuamente. Me lo restriega Lydia Cacho con sus reportajes sobre redes de prostitución de niños, así como los las noticias de violencia y homicidios de adolescentes, sin contar las anécdotas de violencia sexual que han vivido muchas mujeres, queridas siempre y con el privilegio de su intimidad herida y, sin embargo, compartida.
Capacitarnos hace que esos horrores configuren otra historia. Ser docente al modo de Atzel es una de las respuestas ante estos infiernos. En cada clase tenemos la oportunidad de generar, como señala Anthony Giddens, una posibilidad de cambio, a veces muy sutil, otras tantas muy lento. Más conocimiento, menos miedo al álgebra, mejor uso de la computadora, manejo de emociones para no reventar con el estrés escolar, construir un proyecto de vida...
Por supuesto que hay quienes buscan comodidad solamente y reproducir patrones aprendidos. También muchas y muchos nos preparamos para hacer mejor nuestras clases. Yo tengo el privilegio de conocer a muchas personas apasionadas por dar siempre más y siempre es un lujo platicar y convivir con mis compañeras y compañeros docentes, comentar libros, experiencias...
Chesterton decía que una generación se salva por un puñado de personas que son capaces de ir en contra de sus deseos. Atzel me recuerda que hay docentes, no me cabe duda, que sacan lo mejor de si y se desgastan día con día para ayudarnos a ser mejores personas, mejores profesionales, mejores ciudadanos constructores de nueva humanidad.
Hola muchas gracias Miguel por compartirnos esta reflexión y compartir esta sensibilidad de ser docente.
ResponderBorrarSaludos y gracias! Somos muchos, capaces de influir en la vida de las nuevas generaciones. Y que siga la brega en la docere!
BorrarFelicidades 🥳 amigo, sin duda un ejemplo de cambio y excelente guia.
ResponderBorrarEres muy amable. Gracias!!!!
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