Dejar la escuela

 Kiara Sofía Herrea Aguilar

Mi hija con su birrete de graduada. La rodean sus abueklos, su mamá y su hermana, todos contentos.
La gradauada con su familia. Foto: archivo personal

Creo que es un privilegio de padre ser fan de mis hijas y, por estos días, que la más chica terminó la secundaria, bueno, el orgullo va con todo. 

He vivido muchos logros, muchas satisfacciones y mucho orgullo, al escuchar comentarios de sus profesores. Me llena de esperanza la percepción de que, siendo tan inquieta como ella es,  los padres escuchemos continuamente que nuestros hijos podrán lograr lo que se propongan.

Una gran sorpresa fue que ella hizo el discurso de despedida de su grupo. Me parece muy interesante su reflexión, así que se las comparto, con la invitación de regresar a recordar aquellas experiencia que, en su momento, nosotras y nosotros, que ahora somos adultos, también vivimos en aquellos años.

Aprovecho para agradecer al Instituto Washington todo su apoyo y felicidat su excelente apoyo, al impulsar el desarrollo de talentos de niñas, niños y adolescentes que, como mi hija, avanzan en sus estudios y perseveran en el goce de la vida.

Gracias hija, por permitirme compartir tus emociones en esta transición.

***

Sonreír y sentirse alegres en este momento es un poco difícil, ya que la pregunta sobre si la graduación es una línea que cruzamos al final de la meta o si es un disparo al aire que anuncia que otra carrera está por comenzar, nos llega a la cabeza 

Ni siquiera ha acabado y ya lo estoy extrañando. 

Estoy extrañando la emoción que sentíamos en la salida para ir por nuestras congeladas, la tensión que sentía todo el salón antes de que nos repartieran los resultados de nuestros exámenes de mate, esos pequeños momentos  cuando la miss estela nos seguía la plática y se nos iba toda la clase echando chisme, todas esas risas que se escuchaban en el salón cada vez que el profe de historia no dejaba participar a menos que levantáramos la mano, lo rápido que corríamos los viernes para llegar primero a la fila de la cafetería para alcanzar dos piezas de pizza, o todas esas veces que todo secundaria se juntaba en el patio a la hora del receso para ver quién le ganaba a los de tercero en los partidos de fútbol.

Me gustaría aprovechar este momento para dar las gracias a todos los profesores que nos ayudaron a crecer y llegar hasta acá. En algunos de nuestros casos, fueron 9 años que no se van a olvidar.

Gracias a la miss Heidi por darnos la bienvenida a algunos de nosotros en 2014 y querernos desde entonces. Gracias por ayudarnos a leer y escribir mejor, a la miss Grace por ponernos canciones en inglés todas las mañanas e intentar hacernos aprender el past participle de los verbos regulares, gracias por seguir manteniendo el mismo cariño hasta ahora cada que nos la cruzamos en los recreos, Gracias al profesor José Ramón por soportarnos tanto tiempo y por llegar al salón para darnos un recado y salir diciendo "qué desagradable". A la miss estela por seguirnos los chistes y echar plática los días que no sacábamos el teléfono y no la hacíamos enojar, gracias al profesor Daniel por regañarnos cada que no adivinábamos a quien le hablaba cuando usaba apodos nuevos, y por ser de los pocos profesores que en vez de vernos como niños siempre nos trató como iguales. Gracias por no habernos hecho menos. Gracias a la miss de mate por tenernos paciencia y explicarnos más de 13 veces cómo factorizar una ecuación de segundo grado sin aventarnos un plumón a la cabeza. Gracias al profesor Gustavo por recomendarnos todos esos lugares en el centro que a veces no abren los sábados y todas esas canciones de rock que deberíamos escuchar, por regalarnos galletas cada que nos preguntaba algo y si sabíamos qué contestar (feliz cumpleaños profe, espero le vaya bien siendo abogado), a la miss de química por ayudarnos a aprender los elementos de la tabla periódica y por tenernos paciencia para aprender a balancear ecuaciones… Yo sé que fue difícil.

Ya sé que puede costar un poco creerlo, pero los vamos a extrañar mucho.

Tal vez sólo tengamos 15 o 14 años, tal vez "todavía nos falta mucho por delante" y tal vez sólo estamos saliendo de la secundaria, y esto en unos años no significará nada más que otra etapa escolar terminada, pero por ahora, no hagan menos el momento, siéntanse orgullosos de dónde están parados en este momento y sigan retándose a  ustedes mismos a probar nuestra existencia, a demostrarle a las personas quiénes somos y de qué somos capaces.

Somos jóvenes aún, somos inevitablemente propensos a equivocarnos, a decir algo que no debíamos, a confiar en las personas equivocadas, a lastimar a alguien que no lo merecía, a sobrepensar,  a no pensar en lo absoluto, a arruinar momentos perfectamente buenos para ti y otras personas, a negar haber cometido un error, a no tomar los pasos adecuados para arreglarlo, a sentirse culpable, a dejar que la culpa te consuma,  finalmente, a reconocer el dolor que causaste, tratar de hacerlo mejor la próxima vez, aclararlo y volver a repetir el ciclo.

Tengo sólo 16, y no soy nadie para asegurar si puedo llegar a pasar por más o no, al fin y al cabo, estamos todos viviendo lo mismo, pero lo que si les puedo decir, es que, de estos errores, a pesar de que probablemente nos hagan pasar un mal rato y nos hagan perder cosas, siempre podemos aprender y ganar algo de ellos.

Cada decisión que tomemos, nos guiara a la siguiente decisión, que nos guiara a la siguiente, lo cual suena como algo desgastante y un poco preocupante, ya que no siempre sabremos cual de todas las opciones sea la respuesta correcta.

Habrá momentos donde la respuesta será defenderse por sí mismo, habrá momentos donde la respuesta será retroceder y disculparse, a veces la respuesta será pelear, será darse la vuelta y correr, será soltar y dejar ir, será sentarte un momento y escuchar lo que las personas que estuvieron antes de nosotros tienen para decirnos.

Pero volvemos a lo mismo: "como sabemos cuál de todas estas opciones será la correcta?"

Bueno, pues no lo sabremos...

Si vemos el lado malo a esto, nos toca descubrirlo por nuestra cuenta.

Pero si vemos el lado bueno, nos toca descubrirlo por nuestra cuenta.

Vamos a aprender de esto, vamos a crecer por esto y mientras seamos lo suficientemente afortunados para seguir respirando, vamos a inhalar, respirar hondo, y exhalar.

Comentarios

  1. Muy bonito discurso gracias por compartir y muchas felicidades por haber terminado una etapa en tu vida que las que siguen sigan igual de bonitas

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  2. Felicidades 💐 y gracias por compartir los recuerdos de tu hija al concluir la secundaria e iniciar otro paso en la vida

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  3. Palabras en amor por ser y por sus vivencias, que al leelas te viajan a esa etapa de nuestras vidas y reflexionar, si seguimos inhalando y exalar en conciencia y aprendizaje, o, simplemente se concidera un día más.
    Gracias por compartir y más, gracias por invitar a reflexionar.
    Felicidades!!! A continuar lo nuevo que hay por vivir

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  4. Gracias, Miguel. Vamos caminando en paralelo como padres, qué satisfactorio es verlos avanzar, paso a pasito, en la dirección de su destino. Gracias por compartir. Lilyan

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    1. Así es mujer, son pequeños pasos, endonde acompañamos. Muchas gracias por tu comentario!!!!

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  5. Felicidades por un ciclo más concluido. Qué bien escribe! Se parece al
    Papá. Un saludo

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