Algo se cocina, ¿te sientas?

José Miguel Herrera Romero

Foto del filósofo EnriqueDussel sentado, con barta y cabello blanco, delgado, con su biblioteca de fondo. Abrajo, otr foto de José María castillo, calvo y hablando al micrófono

Ha muerto Enrique Dussel, un filósofo genial. Yo comencé a estudiarlo hace pocos años, desde la maestría. En esa época, encontré libros de él en la biblioteca de mi padre, así que pude leerlo en papel, que es una experiencia muy significativa.

También falleció José María Castillo, un Jesuita super interesante, experto en textos bíblicos.

Estos dos hombres, que no tuve oportunidad de conocer personalmente, han sido guías en el cambio de paradigma que me lleva a generar nuevas ideas y reflexiones, siguiendo ahora enfoques constructivistas.

Sobre todo, me enseñaron a considerar otros puntos de vista.

Eso -dirían estos autores- surge de hacer esfuerzos, adrede y en serio, por conocer =y también reconocer- los daños y heridas que vivimos las personas. Eso sólo surge de acercarnos al conocimiento de la historia de cada una y cada uno, lo cual ocurre cuando nos sentamos a mirar al otro y ponemos atención a su voz.

Trabajo ya un nuevo proyecto que busca generar experiencias en parejas para que puedan hacerse espacios de diálogo, convivencia, compartir. Esas experiencias de escucha implican reconocernos humanos. La idea es diseñar talleres de conversaciones que ayuden a fortalecer parejas y – como diría todo buen romántico- a reavivar la flama del amor.

Logo de proyecto Milou, En fondo negro, un círculo destaca la palabra Milou. Siente la magia. Por un amor verdadero y original
Diseño: L.F.D.

Por más cursi que suene, la llama de debe cuidar. Así como a una vela o un cerillo hay que hacerle casita con la mano, para que no se apague y no se extinga la luz, el calor, ese mismo fuego podría provocar un incendio. De manera muy semejante, hay que trabajar por cuidar nuestro fuego en las relaciones y, a la vez, cuidar que no termine todo chamuscado.

En esta ocasión, tengo la oportunidad de compartirles una técnica que diseñé a partir de unas charlas de Dussel y Castillo.

Tendríamos que partir de reconocer que, humanas y humanos todos, las personas no somos iguales. La diversidad es nuestro telón de fondo. Por lo mismo, no vemos la realidad como es, sino que la vemos como cada uno es. El modo de conocer de cada uno equivale a sazonar nuestra realidad con salsita y salecita, limón o chile, para que ardan más las heridas. O no. Puede ser también un aderezo con miel o con un sabor agridulce, incluso podría ser que lo vivido hace 6 años era tan amargo y ahora no genera conflicto sino enseñanzas, semejante a las variaciones de sabor que da el añejo… Y así las historias narradas por cada uno hacen un buffet cuando se conversa. Hay de todos los sabores y el menú siempre cambia.

A estos significados que le damos a las cosas se les conoce como polisemias: un mismo concepto significa diferente en cada uno. Comparto un ejemplo:

Yo hoy no creo que el amor es un sentimiento, sino un compromiso de vida que se comprueba en actos concretos a lo largo del tiempo. Las relaciones construyen el amor en una relación duradera, de ahí que es una aventura. Es decir, hay que arriesgarse a intentarlo. 

Por su parte, mi socia dice que el amor se siente en el corazón… (de broma le digo que ya hicieron muchas autopsias y no han encontrado ese sentimiento, allí no está). El amor es un sentimiento en su planteamiento. Y si citara filósofos, psicólogos, teólogos… ¡van a surgir tantos significados!

Así que la técnica de diálogo radica en sentarse de modo intencional a charlar sobre temas que son, a todas luces, polisémicos: las responsabilidades en los cuidados de la casa, el uso del tiempo, los sentimientos de cada uno, la relaciones con las familias respectivas de cada uno, las amiguitas y amigotes… Cada quien lo mira y valora diferente.

1. El primer paso es soltar la identidad. Como la caricatura de Linus, un chavito que es compañerito de Charlie Brown. Siempre anda con una cobijita que no suelta. A diferencia de él, necesitamos soltar esa franela, que equivale a nuestra identidad, que nos hace tachar o palomear lo que oímos de los demás. Entonces, en vez de validar a los demás y a sus ideas, dejamos el mazo de juez y nos esforzamos en dejar de juzgar, para enfocarnos en mirar y escuchar.

2. Identificar las semejanzas. Cuando hice este diálogo experimental sobre el amor, lo que coincidimos fue descubrir gratamente que creemos en el amor, que sí es posible. Claro, mientras uno lo siente, yo necesito evidencia, actos, hechos y trabajo por realizarlo. 

3. Identificar las distinciones. Entonces, como las cartas de compatibilidad zodiacales, tendríamos qué aprender el lenguaje del otro o de la otra, para que, atendiendo a las distinciones, podamos destacar en nuestros actos eso que al otro le resulta importante, como la pimienta en los guisos. Con una medida de mucha precisión. 

4. Plantear ¿cómo sientes a partir de lo que yo hago en la relación? Y allí surgen novedades fabulosas en las relaciones: ahora dejamos de calificar como bueno o malo lo que sucede, y entonces TODO se vuelve posibilidades por realizar en la búsqueda de ampliar las semejanzas, reconociendo las distinciones, donde cada uno valora diferentes detalles. Definitivamente, la relación cambia, como la transformación alquímica.

Partimos de reconocernos siempre diferentes, con singularidades, que nos dan nuestro propio valor. Allí los dos somos importantes. Así nos sentarnos a escucharnos u observarnos. Allí identificamos los detalles que necesitamos aprender a compartir, en conversaciones, en relaciones, en la convivencia, en equipos de trabajo, en las organizaciones, en el cotidiano convivir…

Preguntarán algunas y algunos ¿Y si el otro no se quiere sentar a escuchar?

Entonces este es el nivel intermedio. Trabajamos ya por diseñar actividades más básicas, para acercarnos a descubrir al otro. Como dijo el zorro al principito, relacionarnos puede ser muy peligroso. al principio  Hay que ir despacio, pues construimos lazos, vínculos tangibles y visibles. Y también eso se siente en el corazón, dicen las que saben. 

Si les interesó esta técnica de dálogos polisémicos, compartan sus experiencias, sería genial darnos tiempo paa experimentar cómo conversar mejor, ¿o no?


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