Desde mi faro puedo ver II
¡Fuera zombies! A por la humanidad que precisa el siglo XXI
José Miguel Herrera Romero
Si a partir de mañana decidiera vivir una vida tranquila
Y dejara de ser soñador, para ser un sujeto más serio,
Todo el mundo mañana me podría decir: "se agotaron tus pilas,
Te has quedado sin luz, ya no tienes valor, se acabó tu misterio".
Alberto Cortés
En el capítulo anterior...
Percibí una inmensa mayoría entes (es decir, no-personas, pero bastante parecidos a aquello que reconocemos o consideramos como humano). Son los... ¡los zombies! "caminantes" incapaces de reaccionar racionalmente, de tomar la decisión alguna ni de forjar un proyecto existencial, negados a autoegularse (también llamados machos) y obtusos represores de sus propias iniciativas creativas.
El comportamiento de estos fulanos coincide, a su vez, con la expresión «imbecilidad cognitiva», muy al estilo de Edgar Morin. Y es que educar-nos, plantea él, es un llamado a una construcción comunitaria que nos pide considerar el contexto como telón de fondo. Somos seres en contexto, así que, ¿qué tal si le preguntamos a la realidad, lo que sugiere, exige o requiere, como nos propuso el Simpático Card. Roncalli? (le llamaban Juan XXIII ya con la "botarga" —perdón por mis atrevimientos, pero su vida es fabulosa, y me refiero a toooodo el arco de su vida, no lo olvidemos—).
En fin, no se trata de insultar a nadie. Baste con decir que hay, pues comportamientos que nos indignan, nos ponen en conflicto. Nos afectan ciertas conductas, frases, necedades, declaraciones de periodistas, analistas, de científicos, artistas y políticos... ¡Son ciertas esas emociones! La indignación, la desesperación, etc. !Son reales.!
Al respecto, mi carísimo amigo —siempre creativo y curioso por la novedad— Alejadro (el Pete) Celis, ha celebrado recientemente más velas en su pastel con su siempre chispeante familia (ojalá también todos tuviéramos la chispa de puntadas y creatividades que hacen todo nuevo y posible). Como mi más sentido pésame, digo, mi más amigable crítico, me ha hecho ver que soy yo quien ve una incapacidad en los demás para entender "lo que sucede" en torno a esta pandemia, al confinamiento necesario para contener la dispersión del virus y a la "nueva normalidad" (que por cierto, ya es un término viejo, ¿eh? Hay que revisar. El mundo no comenzó con Gatell).
Es decir, ALGUNOS, ¡si!, podemos mirar de modos muy característicos y podemos ver "ALGO"... como diferente, posible, novedoso, creativo... ESO, nos hace como los grandes super hérores: podemos tener entendederas para ubicar Wakanda, una mítica y posmoderna civilización de comic (por cierto, recomiendo buscar en google los diferentes y paradoxales significados de ese mito; vale la pena). Para los conocedores, vamos a por la Utopía que nos enseñó a esbozar Tomás Moro, es decir, buscamos nuevas realidades, que están más allá... Y si es que se animan al heroico encuentro con el Rey Athos (bueno, pues, Arturo), el gran oso de Inglaterra, buscaremos hacernos dignos, para mirar y, si es posible, adentrarnos en los misterios del castillo mágico de Tintagel... Bien por los mitos, que nos mueven, nos inspiran, nos llevan a trascender (Y vivas también a estos maestros, dicho para quienes decidan seguir ese link).
En fin. Ser humano es hacerse humano, apropiarse de cierta visión de la realidad y configurarnos en función de esa visión. Eso es, me parece, el centro de un proyecto educativo.
Al educar-nos, "aderezamos" la realidad como homo sapiens sapiens —un concepto antropológico que hace referencia a darnos cuenta de que somos capaces de entender— para poner nuestra impronta en los cambios que habrán de ocurrir en nuestras vidas, ampliarlo a nuestros grupos, familias, comunidades, grupos de trabajo y, en fin, proyectarlo hacia el mundo, es decir, dejar huella.
Esta cualidad (la conciencia —o darnos cuenta— de sabernos humanos), nos da la oportunidad de identificar que lo ya configurado como familia, vida, mundo, pareja... Ya no está, ya se acabó, ya se fue.
Dicho de otro modo, la educación que humaniza en estos días, nos da la capacidad de entender que suceden cosas nuevas. Quienes viven aferrados a una "normalidad que ya se fue", que se empeñan por recuperar lo perdido, que se empeñan en seguir la corriente..., no están utilizando ese potencial humano.
¡Hoy es día del maestro! No significa que tenemos qué pensar igualito, ni uniformarnos, ni leer los mismos libros. Sólo tenemos que ser humanos. Para redundar con más precisión, es preciso trabajar en nuestro propio camino (yo prefiero la expresión de itinerarios). Como sea, con las tecnologías y posibilidades al alcance de cada uno. En ello nos ayudan nuestros queridos y siempre conflictuados maestros.
Dicen por ahí que la actitud filosófica incluye cuestionarlo todo. Si se cuestiona, es porque la afirmación primera se considera importante; por eso se increpa, se pide más información, más datos o razonamientos o se señalan aristas o dimensiones no contempladas. Es necesaria la duda, que nos mueve para ir mar adentro, donde ya no se toca fondo, donde una barca queda a merced de las olas (¡me encanta la mítica frase «duc in altum», meditada por el card. Etchegaray). Se trata de actos de valentía intelectual. Por eso responder es muy importante también, ya que así el razonamiento lleva por nuevos derroteros.
¡Felicidades y gracias, querid@s maestros!
Ojalá podamos soltar el "trabajo realizado" en clase o con los alumnos para dar prioridad al "aprender" y, en concreto, aprender juntos, todos, como nueva comunidad educativa-doméstica, la educación que necesitamos en este siglo XXI y en relación a la nueva realidad que tiene que ver con el COVID-19.
Si fuera así, ¿podríamos reconocer que el maestro no lo sabe todo y que una nueva sociedad requiere aprender entre todos?
P.D.
Ojo. Zombie no es sinónimo de ignorante. La ignorancia no es el problema: es sólo eso, ignorancia, que también se puede transformar con educación. Zombie tampoco equivale a soberbia, que por cierto, es otra dimensión anti-humana: el soberbio no reconoce que no sabe. No se puede dialogar con un necio ni con un soberbio. estos últimos no están dispuestos a aprender ni a aprehender (o apropiarse de) la realidad. Y me insistieron en explicitarlo: la estupidez humana no equivale a imbecilidad congoscitiva.
Un gusto leerte en tu valentía intelectual 👊🥇
ResponderBorrarMuchas gracias!!!!
BorrarGracias Miguel por tus reflexiones. Invariablemente acertadas.
BorrarMuchas gracias. Un honor recibir comentarios tuyos.
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